Rumbo a Sapa en el tren nocturno de Hanoi a Lao Cai
Pasar una noche en el que se supone que es el mejor tren de Vietnam es una experiencia recomendable si te lo tomas un poco en broma y a la aventurera. También te hace pensar en cómo será el peor tren… Pero vamos por partes.
Una de las mejores maneras de llegar a la región de Sapa desde Hanoi es recurrir al tren nocturno, el King Express. La verdad es que resulta cómodo si el viajero tiene la precaución de comprar un ticket en cabina de litera blanda (con colchón). La cabina es muy pequeña, pero está limpita y ofrece sábanas, almohada, una pequeña mesita con una lámpara y luces para leer. Las cabinas tinen cuatro literas para albergar a otros tantos pasajeros. Si vas en pareja y no te apetece compartir el espacio, puedes reservar una cabina de cuatro para dos…
El viaje de ida tuvo su gracia: el tren sale a las 19:30 de Hanoi, cuando ya es de noche, y supuestamente llega como a las 6 de la mañana a Lao Cai. Desde allí, una hora en coche te deja en Sapa. El viaje de vuelta en cambio sale de Lao Cai a las 18:25, cuando empieza a anochecer, y te deja en Hanoi sobre las 4 de la mañana. Que parece una hora fatal para llegar, pero te ofrece la oportunidad de visitar el mercado nocturno de flores de Hanoi antes de desayunar…
El guía ya nos avisó: tratad de dormir, pero el tren hace ruido. Se construyó en los años 60 y se nota. En primer lugar por que ya ves lo que tarda en recorrer 348 km. En segundo lugar por que el traqueteo al que te somete puede ser como un masaje relajante o como una tortura si intentas leer o escribir (como estoy haciendo mientras redacto este post en el viaje de vuelta). Y en tercer lugar por que el ruido es realmente alto: las maderas que crujen, las piezas metálicas entre los vagones que se quejan con chirridos de todo tipo, y el paso de las ruedas entre los espacios de los rieles, que produce un ritmo constante de choques metálicos que quizás te acune, quizás te desvele.
En el viaje de ida, la revisora estuvo muy contundente en echar del tren muy deprisa a los vendedores ambulantes que suben antes de que la locomotora arranque para intentar venderte latas o bocadillos. Claro, le arruinan el negocio, por que las primeras dos horas de viaje la mujer se las pasó intentando venderte ella esas bebidas. Resulta casí cómico cruzártela de madrugada por el pasillo y que siga ofreciéndote té, o ver cómo llama a la puerta insistentemente como si el tren estuviera ardiendo, y cuando abres a ver que ocurre te la encuentras con una sonrisa de oreja a oreja diciendo: «tea?». Los revisores suelen pasar también pidiendote que pongas tu nombre en un pequeño formulario: solo si pasas de sus prisas y miras la letra pequeña (que sí está en inglés) descubres que estás dejando en blanco el cuestionario de calidad, que seguramente rellenan ellos luego por ti, un gesto muy amable…
Vale la pena asomarte a las ventanas abatibles del pasillo (las de las cabinas no pueden abrirse) en la salida de Hanoi: el tren pasa rapidito tan cerca de las casas que uno se convierte por un rato en un vouyeur de alta velocidad que en dos minutos ve gente viendo la tele, o cenando, o durmiendo, o bebiendo, un paso a nivel lleno de motos esperando, más habitaciones de anónimos habitantes de Hanoi que hacen su vida mientras pasas cada vez más deprisa por sus estancias…
Precaución: en el viaje de ida el aire acondicionado no se puede regular y convierte las cabinas en congeladores. Es brutal el frío que puede hacer, acabamos pidiendo más sábanas y sacando las toallas de la maleta, tapándonos la cara con una segunda almohada (ventajas de la cabina de 4 usada por 2). En el viaje de vuelta el vagón parecía igual de cómodo pero quizás un poco más antiguo, por lo que el aire refrescaba agradablemente y podía regularse abriendo y cerrando los ventiladores, como en los aviones pero con piezas de bambú, intuyo.
Y segunda precaución: en cada vagón hay 7 cabinas, por cuatro pasajeros son 28 almas, más el personal que trabaja a bordo. Y sólo hay un baño. Así que si tienes que ir, mejor al principio que al final. ¿He dicho ya que el tren se mueve mucho, verdad?
Esto del tren nocturno es una experiencia divertida, en todo caso, y que vale la pena vivir si vienes a Vietnam.
Por cierto, Lao Cai no tiene mucho (o nada) que ver, si vienes de Hanoi y has visto Sapa, te parecerá una espera inevitable. Pero la cerveza del mismo nombre está muy bien, te apunto ese detalle… Como en un ratito habíamos visto las calles principales del pueblo, nos refugiamos en el aire acondicionado de un restaurante para comer algo antes de embarcar de vuelta a Hanoi. Coincidimos con un animado grupo de profesores que estaban celebrando un fin de semana de fiesta tras el curso. Son tan majos los vietnamitas que, ante un occidental con cara de despistado, se interesaron por nosotros, nos contaron en un inglés macarrónico quiénes eran e insistieron en hacernos probar cuantas cervezas y licores pedían ellos. Uno de estos profesores me explicó que el jefe estaba con ellos, e insistió casi por señas en que me hiciera una foto con el señor. Muy simpático todo. Por cierto, el señor al que descifraba entre gestos y expresiones más destruidas que construidas resultó ser el profesor de inglés…
Aquí tienes un vídeo para la sección «Asómate aquí» que te muestra unos minutos del recorrido del tren, llegando casi a Lao Cai…