El alucinante paisaje de Halong Bay en Vietnam
La bahía de Halong es seguramente uno de los paisajes más sorprendentes de Vietnam, y uno de sus mayores reclamos turísticos. Estamos ante una bahía inmensa, unos 1.500 km. cuadrados en el golfo de Tonkín, que está plagada de incontables formaciones de roca caliza, como dientes gigantes que emergen del agua creando un laberinto de ensenadas y canales. Las aguas cambian de color según la luz del día, de un verde turquesa a un azul oscuro, pues el fondo de la bahía, del mismo material que los salientes, refleja una parte de la luz que recibe.
Para visitar Halong Bay lo más recomendable es embarcarse en un barco de madera con camarotes y pasar un par de días recorriendo la zona. Hay barcos más modernos, pero creo que esas viejas barcazas, similares a los barcos que se usan para los cruceros fluviales en otras zonas, tienen mucho más encanto.
Cuenta la leyenda que la bahía fue el campo de batalla naval entre vietnamitas y los sempiternos invasores chinos. Una dragón celestial y su hijo quisieron echar una mano a los vietnamitas y combatieron al invasor lanzándoles enormes perlas y rocas de jade, cuyos restos son hoy las formaciones rocosas que le dan ese toque exótico a la bahía. La guía que nos acompañaba en el barco asegura que son incontables esos salientes de roca de formas diversas, que se extienden hasta donde alcanza la vista. Quizás una foto por satélite ayudaría a contarlas, pero ciertamente a simple vista puedes alcanzar centenares casi…
Geológicamente hablando, la bahía se formó tras una sucesión de fenómenos a lo largo de milenios: sedimentos compactados por presión que luego se levantan por movimientos tectónicos y se resquebrajan por efecto de la erosión hasta moldear estos salientes con formas caprichosas, algunos como agujas pétreas en el agua, otros formando pequeñas islas.
Tuvimos ocasión de visitar una de estas islas, con dos atractivos: una escalinata de casi doscientos escalones que lleva al visitante a la cumbre, desde dónde hay una buena panorámica de los islotes de alrededor. Y una playa preciosa a los pies de la escalinata. Desde lejos, la playa parece espectacular, con la arena dorada sobre aguas de un verde turquesa espléndido. Pero de cerca es muy evidente y triste comprobar que uno de los más graves problemas que tiene la bahía de Halong es la contaminación. Si ya desde el barco uno puede ver en todo momento algún plástico flotando en el agua, al llegar a la playa la impresión es desoladora. El paraíso convertido casi en un basurero, no hay metro cuadrado de arena sin restos de envases, no hay metro cuadrado en el agua (que además está caliente) sin porquería: tapones, envases, guantes de goma, lo que te puedas imaginar, flotando o arrastrando por el fondo.
Es una verdadera lástima. Pero me extraño ver que mientras los turistas occidentales ponían mala cara, los orientales parecían ignorar el problema. ¿Será la masificación turística la causa? Al ver cientos de barcos cargados de gente en el embarcadero, uno podría pensar que tanto tráfico en el agua debe generar problemas. Comentando el asunto con la guía (pobre mujer, estaba avergonzada), me contó que hay varios factores: desde la suciedad que arrastran las mareas desde la cercana China (que es el origen de todos los males para los vietnamitas), pasando por la poca cultura local de tratamiento de los desechos, hasta la desidia de los responsable políticos, que culparon a los pocos miles de ciudadanos que viven el aldeas flotantes y hasta les obligaron a abandonar la zona hace un tiempo: estas aguas no son salubres…
Si te interesa Halong Bay, mira también el post «la cueva de las maravillas de Halong Bay«