Visitando el Volcán Arenal en Costa Rica
Hay lugares en los que las circunstancias del momento lo son todo. Sitios que unos calificaran de paraísos imprescindibles y otros de lugares que no merecen tu tiempo y dinero. Ambos tendrán razón, el matiz está en las circunstancias de la visita, y no en el lugar en sí. Al Volcán Arenal le pasa un poco esto: su imagen dejará un recuerdo imborrable en la memoria del viajero que tuvo suerte y lo vio despejado y fulgurante de lava derretida cayendo por la pared de su cono. El viajero menos afortunado quizás logre discernir entre la niebla que, efectivamente, ahí hay un volcán.
En el punto medio me encontré yo: los apenas dos días que pasé a sus alrededores tuve apenas dos o tres momentos en los que, durante unos minutos, la niebla de abrió para dejarnos ver el esplendor del cono volcánico, las cicatrices que los surcos de lava dejaron en su superficie, el contrastre del negruzo ceniciento de la roca y del brillante verde de la vegatación que coloniza algunas partes. Nada de lava incasdescente, pero si un paisaje impresionante…
En la falda del Volcán Arenal hay un Parque visitable. Nuevamente, quizás no tuvimos suerte, pero por lo que vimos la visita es prescindible. Hay tres senderos a recorrer entre la tupida vegetación, y el paisaje es bonito. El recorrido es fácil y contiene algunas curiosidades, como una enorme ceiba de 400 años, un árbol cuyas raíces forman tabiques planos que se elevan varios metros desde el suelo. Pero el único rastro de actividad volcánica que verá el visitante son unas coladas de lava que se formaron en 1992. Para quien no las haya visto nunca puede tener su gracia, y el paisaje que desde allí domina la laguna del Arenal también merece una foto, pero los que vengan a Costa Rica a ver volcanes lo pasarán mucho mejor en Rincón de la Vieja.
La parte positiva para los poco afortunados: parece que por mucho que llueva tanto la carretera que da acceso al parque como los senderos permanecen bien drenados y sin barro, lo que siempre ayuda: la noche previa a nuestra visita cayó en La Fortuna una muy impresionante tormenta, y estuvo lloviendo toda la noche y hasta poco antes de nuestra visita, sin que los senderos tuvieran apenas barro a nuestro paso, como sí nos pasó en Rincón de la Vieja.
Un poco de historia sobre el Volcán Arenal
Ocurrió el 29 de julio de 1968: una terrible erupción arrasó tres pueblos y provocó decenas de muertos entre quienes se vieron atrapados por la lava y quienes dieron su vida por intentar rescatarles.
Hoy el volcán es seguramente el mayor reclamo turístico para poblaciones como La Fortuna y El Castillo. El turista dispone de todas las facilidades para descansar en aguas termales, para abastecerse de lo que necesite y para practicar senderismo en el bosque nuboso de la zona o atreverse con actividades de aventura.
La Catarata del río Fortuna
Una de las pequeñas excursiones que puede hacerse alrededor del volcán Arenal es visitar la Catarata del río Fortuna. A apenas un par de kilómetros de La Fortuna se haya esta pequeña instalación que da acceso a n salto de agua espectacular. El visitante abonará los 10 dólares de rigor, para descender un tramo con 480 escalones que le dejarán a pies de una poza sobre la que cae con violencia un chorro de agua y espuma que vale la pena ver. Se puede nadar en esa poza, pero arriesgarse acercarse al agua que cae es una estupidez. Mucho más tranquilo es el remanso de agua fría y limpia que surge de la poza y que da origen a un riachuelo que se pierde en la espesura del bosque, cuyas paredes verticales jalonadas de verde rodean la zona. El bañista encontrará peces, seguramente truchas, nadando contracorriente a sus pies.
Los volcanes, cuando están tranquilos, generan a veces maravillas a su alrededor: cualquiera diría que Costa Rica entera es una maravilla entre volcanes…