Unos días de relax en la Riviera Maya (México)
Estas pasadas navidades teníamos muy claro que no nos queríamos quedar en casa. El año había sido duro en el trabajo (y que no falte), y aunque tuvimos la oportunidad de volver a Brasil en septiembre, nos quedamos con ganas de más. Así que puestos a buscar un destino, elegimos playas tranquilitas, calor y excursiones interesantes. Una oferta atractiva nos llevó hasta la Riviera Maya, en Yucatán (México) y ese será el próximo viaje que os iré contando en este blog.
Tras pasar el día 31 de diciembre viajando y la noche de fin de año en el avión (te lo cuento en el post «Fin de año a bordo de un avión«), en apenas una semana tuvimos ocasión de visitar el yacimiento arqueológico de Tulum, de bucear en las dulces aguas de un cenote, de ver la impresionante pirámide de Chichén Itzá, divertirnos en el parque temático Xcaret… Y por supuesto gozar de la denostada pero relajante práctica del viaje «todo incluido» por que la idea era descansar y coger fuerzas para lo que se nos venía encima en este año…
La «base de operaciones» fue el hotel Catalonia Riviera Maya, uno de los muchos resorts de la zona. Nos habían aconsejado alejarnos lo más posible de Playa del Carmen para ganar en confort, y la verdad es que fue una buena elección. Si bien la playa no era como nos esperábamos (demasiadas rocas, demasiadas tumbonas), el hotel queda cerca de muchas de las atracciones de la zona: para ir a Xcaret o a Tulum tardamos realmente poco. El «todo incluido» tiene su gracia si vas a pasar unos días de playa o piscina, pero claro, convierte las noches en un desfile de turistas medio zombies por el tequila y los azucarados y coloristas cócteles que trasiegan sin parar. La comida del hotel no estuvo mal: unos cuantos restaurantes temáticos donde destaca el mexicano que fue remarcablemente bueno y el italiano que no estuvo nada mal. El japonés acaba siendo apenas un teppanyaki show. Y la «cena española» fue hilarante: ninguna receta tenían nada que ver con lo que aquí comemos, la decoración reunía todos los topizacos que un guiri pudiera esperar y el vino será seguramente el peor brebaje que habré probado en años.
Lo mejor, el trato del personal del hotel, el hecho de que hubiera wifi (eso sí, funcionando intermitentemente) y el gustazo del dolce far niente…
Puerto Aventuras
El hotel está en un complejo que se llama Puerto Aventuras, un compendio de varias urbanizaciones, algunas lujosas y otras que lo intentaron, donde hay un delfinario, parte del cual puede visitarse paseando por allí. Aquí os dejo algunas fotos de los preciosos animales que allí tienen:
Y en el embarcadero de Puerto Aventuras, una de las muestras de estupidez humana más indignantes que he visto en mucho tiempo: ¿cómo puedes tener un barco para la pesca deportiva matriculado en Miami, amarrado en una urbanización de lujo en un país como México y bautizar la embarcación como «la pobreza apesta«?
Siguiendo mi manía de grabar unos minutos desde la habitación siguiendo las normas de la sección «Asómate aquí«, aquí os dejo un (poco afortunado) vídeo…