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En lancha por el Preguiças: faros y dunas en las orillas

El recorrido en lancha por el río Preguiças de Maranhao (Brasil) tuvo dos paradas: la primera para pasear por las dunas de los pequenos lençois y la segunda para visitar el farol de Mandacarú.

Los pequenos lençois son una prolongación de los lençois maranhenses que han quedado en la orilla opuesta del Preguiças respecto a los que sobrevolamos en avioneta. Seguramente menos impresionantes por que el contraste entre las dunas y las lagunas no es tan marcado, pero igualmente impresiona ver las altas dunas doradas cayendo hasta las aguas, creando un desierto en medio de un vergel. La lucha entre la arena y la vegetación es dramática y lentísima, y parece que las arenas tienen ventaja: el viento poco a poco, de forma inexorable, las precipita para que el amarillo ahogue al verde…

cabañas y lunas a las orilla del preguiças

dunas de los pequenos lençois

Ascender por las dunas es un poco más cansado que en los lençois maranhenses: como estas lomas arenosas no acumulan humedad la arena es más fina y uno se hunde en ella. Bajar es como deslizarse en una montaña de azúcar glass, al pisar en la bajada te hundes hasta las rodillas en una arena que es casi polvo… Subir una duna y mirar a oriente, en dirección opuesta al río, es ver un desierto ante ti cuando a tu espalda tienes la selva del Preguiças

Para que tengáis una referencia de tamaño, esa manchita en medio de la arena es un tipo caminando...

Tras un paseo entre las dunas y un chapuzón breve en una laguna de este parej cercano a Vassouras, paramos a tomar un refresco en un barecillo habilitado en una cabaña. Nos decantamos por una saludable agua de coco, coco que será hábilmente sustraído, abierto y comido por los pequeños monos que hay alrededor del bar…

Desde allí seguimos rumbo al mar, para detenernos en el poblado de Mandacarú. El atractivo principal de la zona son las vistas que pueden disfrutarse desde lo alto del faro que la armada brasileña tiene aquí.

A los pies del faro, un enorme cajueiro nos ofrece sombra y tantos cajús como puedas sorber. El cajú es un fruto de lo más saludable, hay que moder y sorber su zumo, que al principio puede parecer un poco raro de sabor (a mi me recordó al gusto del Frenadol) pero en cuando uno se ha zampado un par se queda con un saborcillo ácido y cítrico muy agradable y refrescante. Fíjate en esa semilla en forma de habichuela bajo el fruto: contiene lo que aquí llamamos anacardos, y allí, castanha de cajú.

Cajueiro visto desde el faro...

Y claro, hay caipirinha de cajú, cómo no...

Situación en el mapa