Momentos Caipi, ratos de buen rollito
Cuando vistamos Brasil la primera vez, en 2007, coincidimos con un grupo majísimo, gente que sabía viajar y que conocía ya parte del país. Con ellos pasamos muy buenos ratos, los hemos echado de menos a menudo y en casi todos los viajes desde entonces aparece aquí o allá algún detalle que nos hace pensar “esto le gustaría a Marisa” o “Adri haría aquí una buena foto”.
En aquel grupo se estableció un pequeño ritual espontáneo: pedir unas caipirinhas cuando la situación era relajada, tranquila, cuando el lugar lo merecía, cuando el paisaje y el momento llevaban a aquellos silencios que se degustan tanto como la suma de azucar, cachaça y lima. Los bautizamos “momentos caipi” y aparecen en casi todos los viajes.
Nuestra primera caipirinha en este viaje fue, casi, un momento caipi. Acabábamos de llegar después de un madrugonazo en Barcelona, una escala en Lisboa y un vuelo que me valió un resfriado (gracias a TAP por ser taaaaaan generosos con el aire acondicionado). Soltamos las maletas en Studio do Carmo dispuestos a salir enseguida estirar las piernas, y el que creemos que es el dueño del local, nos dijo: “antes de nada, como el sol se va a poner enseguida, subid a Rua do Carmo y veis la puesta sobre el puerto”.
Así lo hicimos, una caipi estupenda en la terraza del bar Cafelier, un primer momento caipi que seguro se dará más veces en este viaje…