Un paseo al amanecer rodeando Uluru – Ayers Rock
Uno de los momentos que mejores recuerdos me trae de mi Vuelta al Mundo en 2008 fue levantarme aún de noche en el desierto australiano para ver amanecer ante las rojas paredes de Uluru, la montaña sagrada de los Mutitjulu. Y una vez los rayos del fuerte sol australiano llenaron de matices la roca, iniciar un largo paseo alrededor de este precioso lugar. Poco menos de 10 km. de paisajes, silencio y energía. Hay montañas que están cargadas de significado, de leyendas, de religión. Hay vórtices así en la tierra, los que escalan lo saben, que estremecen al más incrédulo y dónde es fácil visualizar que el hombre necesita historias y paisajes para ser quien es. Uluru es de entre ellos seguramente uno de los más imponentes.
Salí con un grupo aún de noche, y nos sirvieron un escueto desayuno en un mirador cercano a la montaña para ver cómo los primeros rayos de sol cambian el paisaje por completo. Patricia no quiso venir a esta excursión, así que cuando el grupo llegó a la base de la montaña apenas despuntado el día, bastó esperar un poco para ver hacia qué lado decidían ir tras el amanecer… y emprender camino en sentido opuesto. Los guías no ponían ninguna pega en que cada uno disfrutara del lugar a su gusto (siempre que respetáramos las normas: no salir del camino, no hacer fotos de los lugares sagrados, no tocar animales o plantas). Así que fuimos varios los que decidimos ir a nuestro aire. En seguida nos distanciamos lo suficiente entre nosotros, estaba claro que buscábamos vivir la paz de este lugar…
Tal y como piden los Anangu, que llevan viviendo en esta tierra milenios, «abre tu mente y tu corazón para poder apreciar nuestra cultura». Una cultura que ha cargado de símbolos y de misticismo este lugar tan especial…
La base de la cultura de los Anangu se llama Tjukurpa. Es la tradición oral de transmisión de conocimientos de este pueblo y sus leyes. Tjukurpa es también la tradición religiosa, que explica la creación de este lugar a través de mitos que relacionan a los ancestros con la naturaleza. Estos relatos se transmiten a través de historias, canciones, danzas y ceremonias y siguen vigentes hoy entre los Anangu (y ojalá sea así por decenas de miles de años más, sería una buena señal para todos).
La tjukurpa tiene explicaciones para la mayoría de las formas y erosiones de las rocas, que se explican por los rastros dejados por animales míticos y sus luchas y escarceos. Serpientes, perros, pequeños roedores y los ancestros humanos. Son impresionantes los rastros de agua que tintan las rocas de un color más oscuro. Ver Uluru en una tormenta ha de ser ver un gran espectáculo…
En esta imagen (que no es mía, por supuesto) podéis ver Uluru desde el cielo para ver que tiene una forma como de punta de lanza, con un extremo bastante más ancho que el otro. Os dejo también un mapa con los posibles paseos. Las fotos que veis aquí están tomadas siguiendo la ruta circular más cercana a la base de la montaña. Uluru se eleva sobre la planicie 348 metros, que son 863 respecto al nivel del mar.
Los Anangu están trabajando con los rangers y científicos del parque para transmitirles esa sabiduría acumulada durante milenios en sus tradiciones y costumbres y ayudarles así a comprender cómo funciona la fauna y la floral del lugar. Dónde encontrarlos, cuáles con comestibles y qué propiedades tienen.
A lo largo del recorrido hay algunas indicaciones de los nombres que reciben los lugares que estás viendo, o placas con breves explicaciones de los relatos sobre seres míticos crearon las marcas del lugar. Una vez más, la naturaleza siempre presente en la Tjukurpa.
Si bien los occidentales nos explicamos la formación geológica de Uluru mediante plieges tectónicos del terreno, compactación por presión de sedimentos y elevaciones de las placas, los Anangu explican que el mundo era plano en un principio. Fueron los ancestros quienes con sus viajes y sus aventuras fueron confirmando el paisaje. Algunos ancestros viajaron miles de millas y sus rastros y pasos son los que han dejado montañas y valles a su paso. Otros estuvieron tanto tiempo en un lugar concreto que lo modificaron para siempre.