Paseando por Lisboa (I): de Baixa a Belém
Por más que moverse por Lisboa sea de lo más sencillo y cómodo, hay algunas cosillas que no deberías perderte. Aquí te dejo algunas sugerencias (y nuevamente, me disculpo por las fotos hechas con el iPhone):
Lisboa ocupa una extensión reducida pero abrupta, con continuas colinas que generan desniveles importantes. Esos desniveles te dan la oportunidad de ver la ciudad desde varios miradores estupendos, y son accesibles caminando, usando tranvías o elevadores. Uno de los más conocidos es el Elevador de Santa Justa (en la calle del mismo nombre) que une las cuadriculadas calles de Baixa con el barrio de Chiado. Culmina el ascensor una terraza desde la que tendrás unas estupendas vistas del centro de la ciudad.
Una vez arriba, tal y como sales del elevador te hallarás frente a las ruinas del Convento do Carmo, destruido en el terremoto de 1755. Aún hay huellas visibles de lo devastador del movimiento de tierras que arrasó la ciudad, incluso en las estructuras que quedan en pie…
Muy cerca, siguiendo la Rua do Carmo, llegarás a la Iglesia de San Roque, que desde fuera no parece gran cosa (un mazacote cuadrado con poca gracia) pero cuyo interior esconde un techado precioso y un buen número de capillas adornadas con materiales preciosos…
Desde allí, te recomiendo un agradable y tranquilo paseo Bairro Alto, ideal para perderse por su callecitas. Si lo cruzas entero, acabarás seguramente en la Rua de San Benito y te llamará la atención el imponente palacio de la Assambleia da República
Una vez aquí, mi recomendación sería acercarme al Tajo bajando por la avenida de Carlos I (buscándola acabamos delante de la casa que habitó Pessoa) y coger el tranvía hacia Belém.
Tal y como llegues a Belém verás dos cosas, casi seguro: gente haciendo cola para comprar los famosísimos (y deliciosos) Bolos de Belém y el imponente y precioso Mosteiro dos Jerónimos, ejemplo paradigmático de la arquitectura manuelina (un gótico tardio portugués). Como curiosidad, has de saber que encargó su construcción Manuel I, celebrando el descubrimiento de una ruta marítima a la India, y que para construirlo se grabó el comercio de especias un 5%, lo que se conoció como «el dinero de la pimienta».
En su interior, destacan los sepulcros de Vasco de Gama (muy interesantes los relatos de sus viajes a India en la Wikipedia) frente al del poeta Luís de Camões, y el del propio Manuel I. Aquí, un detalle del sepulcro del descubridor:
Frente al Monasterio y en la orilla del río, has de ver el Pradao dos Descobrimentos, un momumento dedicado al ímpetu navegante portugués, y la Torre de Belém, otra muestra de la abigarrada y profusamente decorada arquitectura manuelina. Ambas edificaciones son verdaderos símbolos de Lisboa…
En el próximo post os cuento cosas del paseo desde Baixa a Alfama y el Castillo de San Jorge…