Cata, almuerzo y museo andino en Viña Santa Rita
Otra bodega cercana a Santiago de Chile que merece una vista es Viña Santa Rita. Apenas 40 kilómetros desde la capital hacen que la excursión sea cómoda, y vale la pena almorzar en el restaurante Doña Paula, en las instalaciones de la bodega. Además del vino y el buen comer chileno, hay un museo andino con piezas interesantes. Vayamos por partes…
Santa Rita se funda en 1880 por Domingo Fernández Concha, quien como hemos visto que hicieron otros pioneros de la viticultura chilena, se abasteció de maquinaria, expertos y cepas en Francia para poner en pie su negocio. De las cinco instalaciones que tiene Santa Rita, me refiero a la más importante y grande, la que está en Alto Jauhel. En total logran una producción de 5 millones de cajas anuales.
Los vinos que probé fueron un Medalla Real Suavignon Blanc de 2009. Fermenta en cuba de acero inoxidable, y le añaden luego virutas de roble para darle sabor a estas uvas del valle de Rapel. Le siguió un Medalla Real Chardonnay , de los viñedos del Valle de Casablanca y con uvas cosechadas a mano, joven y afrutado y con un toque de mantequilla, quizás por fermentos lácticos, pero no estoy seguro. Y finalizamos con un Reserva Carmenere, con aromas de frutas rojas y especies.
Haciendo caso de los consejos de Kirsten, me incliné en el almuerzo por un plato de carne muy recomendable, Plateada le llaman, acompañado por un puré ligeramente picante, que con el Carmenere enlazaba fantásticamente. La plateada es una pieza jugosa, cocinada lentamente, que de deshace en la boca. Una delicia que no puedes perderte si vas a Chile.
Tras el almuerzo, un visita al Museo Andino. Alberga unas 800 piezas de arte precolombino, coleccionadas por el empresario Roberto Claro. Consta de una sala con piezas de Rapa Nui, una sala dedicada a la cultura Arica, obras de la cultura San Pedro y una interesante colección de piezas de plata de los Mapuches (que la robaban a los españoles para hacer estas obras). Interesante observar que los colgantes que lucían las mujeres eran un código que definía su linaje y sus posesiones. Hay una colección muy interesante de piezas de oro, desafornudamente no fotografiable…
La última sala contiene piezas del folkclore chileno, entre la que me llama la atención un guitarrón de 25 cuerdas, hechas con tripa de gato y madera de álamo. Estos guitarrones se usan, para desgracia felina, en duelos de improvisación llamados Payas en los que dos cantantes se van alternando. Como curiosidad, si alguien invita a otro a tal duelo, le dirá «tírate una paya» lo que en castellano tiene un significado bastante diferente…