Vistas paradisíacas, vainilla y piñas en Moorea
Iaorana! (osea, hola!)
Lo mejor de la excursión en coche por la isla fue subir a uno de los miradores en las montañas, desde donde se pueden contemplar unas vistas espectaculares. La subida es escarpadísima, no apta para quien tenga miedo a bordo de un coche. El 4×4 cabe justito en la pista que asciende a buen ritmo y tiene que tiene marcadas con cemento las trazas para las ruedas. El resto es barro. Un barro que, después de las lluvias que suelen caer a mediodía, tiene una pinta de ser tremendamente deslizante…
En cada curva de 180 grados el coche asciende un par de metros como mínimo. Las vistas valen la pena, y aunque el riesgo es mínimo dada la pericia y la experiencia del chofer, los «valientes» que no se abrocharon el cinturón de seguridad al empezar la ruta los buscaban como locos en cuanto empezamos a ascender.
Además de estos miradores, en esta excursión vimos algunas cosas más. Algunas tan descaradamente comerciales como la supuesta fábrica de licores. Prácticamente hacen licor de cualquier fruta tropical que puedas encontrar en la isla, algunos con una fortuna loable y otros con un resultado dudoso. Una solícita rubita sirve chupitos de degustación y ahí acaba la fábrica a no ser que quieras comprar alguna botella…
La visita a la fábrica de mermeladas es más o menos lo mismo, pero al menos ahí me pego al guía y sigo sus explicaciones sobre la planta de vainilla. De la misma familia que las orquídeas, la planta parasita el tronco de otras especies y lo usa para encaramarse. Cada planta produce unas quince flores, pero sólo polinizan artificialmente cinco, para que estas cinco alcancen el tamaño adecuado. La varilla de vainilla se produce en el interior de una vaina que une la flor con el resto de la planta. Entre la polinización y la recogida han de pasar nueve meses (ya es casualidad). Los cultivadores dejan carcasas de coco a los pies de la planta para que con sus fibras retengan el agua de lluvia.
Breve pero interesante fue la visita a las plantaciones de piña (familia de las bromelias, como nos contaron en Brasil el año anterior). Para cultivarla, se cortan las hojas del fruto de la piña y se planta el cogollo resultante en la fértil tierra volcánica. En un año, ese brote tiene la altura de poco más de medio metro y empieza a dar su cosecha de piñas.
Al lado de los campos de piñas había también plataciones de papaya. Esta es una planta que se me antoja de una muy primitiva estructura: un tallo vertical en cuyo extremo se agolpan las papayas y, coronando el conjunto, un abanico de tallos con una sola hoja en cada uno. Me la imagino en el jurásico, con los helechos. Leo en la wikipedia que es la primera planta con fruto de la que se ha descifrado el genoma, ya os decía yo que muy compleja no es que sea…
También vemos enormes árboles de aguacates, algunos de pomelos y la planta de la fruta de la pasión, que tiene una flor muy original: parece un destello de fuegos artificiales.
Nana! (es decir, hasta luego!)