Buenos Aires: libros, cafés, jardines y malbec

Cerremos el capítulo argentino con algunas notas más sobre Buenos Aires…

Imprescindibles las librerías. Las vas a encontrar en cada esquina. La sucesión de librerías y cafés en algunos barrios del centro llama la atención, máxime a un apasionado de los libros como yo. Especialmente recomendable la librería El Ateneo (Avenida Santa Fé, 1860), un antiguo teatro convertido en una enorme tienda de libros. De allí nos trajimos «Un hombre en la Oscuridad»de Paul Auster (vale, lo podríamos haber comprado al volver, pero allí están los libros baratísimos y éste nos apetecía mucho) y «Requiem por un País Perdido» de Tomás Eloy Martínez. Un libro acerca de los últimos veinte años de Argentina, del regreso de la democracia y la ilusión que conllevaba tal cambio a la crisis actual. Lectura pendiente para este año. Más pequeña, pero con mucho encanto y amables dependientes, la librería Cúspide Libros, en la misma calle y muy cercana al Ateneo.

Tal y como decía antes, valen la pena los cafés. Cafés con solera, de aquellos cuyas mesas suelen tener marcas de miles de horas allí consumidas, fotos de famosos que por allí pasaron, recuerdos de la sociedad de antaño y muestras de la actual. Con una tarde de cafés y librerías uno se hace a la idea de cómo es la gente. Igual que con una mañana de mercado… No os perdáis el Gran Café Tortoni (Avenida de Mayo núm 825), con más de 150 años de antigüedad, o el ya citado La Biela. O los viejos cafés de la Plaza Dorrego.

Buenos Aires tiene serios problemas de contaminación por tráfico. Un día de paseo equivale a una buena cantidad de hollín en las fosas nasales, comprobadísimo. Así que recomiendo también una visita a su precioso Jardín Japonés (además de los libros, la jardinería me gusta cada vez más). Un remaso de paz en el ajetreo de la ciudad. Está en la Avenida Casares 2966. Además de ser un lugar precioso, tienen una agenda de eventos bastante extensa si te interesa la cultura japonesa. La voracidad de las carpas es digna de ver, deben estar acostumbradas a asociar al paseante con comida…

Y hablando de comida, recomiendo un restaurante cercano al Jardín, el Voulez Bar (Boulevard Cerviño, 3892). Me zampé un plato ñoquis de sémola, unas calabazas rellenas y un postre excelente, todo regado de nuevo con un buen Malbec (la posta vineyard, reserva Álamos, uno de los mejores vinos que hemos probado en todo el viaje). Brindo por las mañanas soleadas en Buenos Aires…