Buenos Aires: el cementerio es un museo
Lo que sí nos impactó fue el cementerio de la Recoleta, un lugar que nos recomendó el amigo Mariano, Adrián (el guía del primer día) y Liliana (nuestro amable punto de contacto local con la agencia). La visita al cementerio vale la pena, le dedicamos casi toda la mañana. Tras un breve abordaje de los amables sableadores, accedemos al recinto que alberga los restos mortales de 350.000 argentinos. El cementerio se considera , sin reparo y justificadamente, como un verdadero museo de historia y de arte. Creo que hemos acumulado un buen par de cientos de fotos aquí, en una soleada mañana casi primaveral.
Visitamos entre muchas otras la tumba de Evita (fallecida a los 33 años por un cáncer de mama), y seguimos las indicaciones de los editores del plano para ver algunas de las consideradas escultoricamente más interesantes.
Nos llama la atención ver muchos gatos, mucho olor a gato y la tétrica sorpresa de topar aquí y allá con algún nicho cuyos ataúdes aparecen abiertos, mal cubiertos con un saco. Nos hacemos donativo mediante con el práctico mapa que edita ADACRE (Asociación de Amigos del Cementerio de la Recoleta), que traza una práctica ruta para ver lo más interesante. Pero en un rato, prescindimos de él para deambular cámara en ristre según nos llamara la atención alguna sepultura u otra. Recuerdo el detalle, cazado al vuelo al cruzarnos con alguna guía, de que algunos mausoleos lucen cruces cuyo travesaño horizontal está un poco inclinado: se trata de un símbolo masón, y entre los más ilustres argentinos que por allí reposan se hallan no pocos masones.
El mapa incluye una breve reseña que os reproduzco a continuación:
El cementerio de la Recoleta fue inaugurado el 17 de noviembre de 1822, constituyéndose en el primer cementerio público de la Ciudad de Buenos Aires y posteriormente en el monumento histórico artístico más relevante del país. Los responsables de su creación fueron el entonces gobernador Martín Rodríguez y su ministro de Gobierno, Bernardino Rivadavia. Sus dos primeros moradores fueron el niño negro liberto Juan Benito y la joven María Dolores Maciel. El predio tiene 4.800 bóvedas distribuidas en 54.843 metros cuadrados, está precedido de un pórtico de origen dórico griego sin base, concluido durante una de sus grandes reformas ordenada e 1881 por el entonces presidente de la Municipalidad, Torcuato de Alvear. A partir de entonces se han ido sucediendo las modificaciones lógicas en una necrópolis que continúa activa y que con el paso del tiempo ha sido enriquecida arquitectonicamente hasta convertirse en una expresión monumental de la arquitectura funeraria en el mundo entero. En la Recoleta descansan los protagonistas más relevantes de la historia argentina: políticos, militares, estadistas, exploradores, sacerdotes, caudillos, escritores, poetas y artistas plásticos yacen allí en su silencioso testimonio, tributado hoy por la presencia de miles de visitantes, argentinos y extranjeros, que disfrutan de una creación humana verdaderamente magnífica.
Imprescindible…